sábado, 5 de mayo de 2012

Un Episodio con mi Madre

Te cuento que hace 15 días tuve enferma a mi mamá de la barriga y terminó siendo internada a causa de una fuerte deshidratación, lo cual me enfrentó de alguna manera de esa parte de la personalidad de mi mamá que no me gusta y que probablemente por su historia de vida, sea justificable: ella se chiquea (en México es el termino que usamos para denominar esa necesidad de mimo o consentimiento excesivo).
La razón por la cual no me agrada ese status de mi madre, tiene que ver con la confusión que me genera el no saber exactamente hasta donde su malestar se trata de un dolor físico real y hasta dónde una demanda de atención, además generalmente la ecuación es a la inversa, los hijos somos quienes tendemos a chiquearnos con los padres. Lo cierto es que creo que muy en el fondo me está costando trabajo entender que los años han pasado y los papeles que nos toca representar en esta vida comienzan a invertirse.

Aquí quiero abrir un paréntesis para contextualizar un poco la historia de mi madre: ella es una mujer de 62 años que fue dejada en brazos de mi abuelo cuando tenía un año de edad por quien debiera haber cuidado de ella: mi abuela. Su historia entre muchas otras cosas, da cuenta de una niñez arrebatada por maltratos y una lista interminable de quehaceres que le asignaba la comadre a la que mi abuelo se acercó, para que la niña creciera rodeada irónicamente de un ambiente familiar, dado que ella también tenía hijos, y mantenía una gran amistad con su esposo, además tenía tenía largas jornadas de trabajo que le impedían cuidar de una menor. En términos reales, mi madre terminó convirtiéndose en una especie de cenicienta de esa casa, de la que sólo salió cuando mi abuelo contrajo matrimonio con una mujer que también tenía un hijo, que terminó embarazando a mi mamá a la edad de 15 años de donde nace mi hermana mayor. Cierro el paréntesis.

Afortunadamente mi mamá salió del hospital sin más recomendación que la de una dieta rigurosa e hidratación constante. Creo que mi mamá pudo percibir en mi una molestia, aunque no conociera el por qué de la misma, pues terminó preguntándome que nivel de afectividad del 1 al 10 podía yo sentir por ella y del 1 al 10 que nivel de autoridad le asignaba en mi vida a lo que ella me decía. Yo en ese momento pensé que se trataba de una especie de chantaje ante la frialdad de mi actitud mientras estuvo hospitalizada, de modo que sólo me limite a contestar que hay cosas que yo no racionalizo de la forma tal que pudieran dar respuesta a sus preguntas, deje pasar 15 minutos y salí de su casa. Sin embargo, no pude dejar de sentir una especie de culpa por el tipo de respuesta que ofrecí a mi mamá. 

El pasado fin de semana volví a casa de mi mamá y me permití compartir con ella y con su esposo (en segundas nupcias) la angustia que me generaba el asunto de la pseudo-realidad de la que hablaba en mi entrada anterior y su esposo me preguntó qué era lo que estaba leyendo puesto que percibía en mi un exceso de racionalización. (soy tan sintomática y proyectiva que no era difícil entender que por ahí va la cosa conmigo).

Yo siendo tan como soy, le pregunté directamente a que se refería y me dijo: -mira si yo estoy con mi chica (osea mi mamá) teniendo intimidad (¡Dios... pensé, no necesito esos detalles en mi vida!), no estoy pensando en los grados de inclinación que tiene mi cuerpo sobre ella para poder disfrutarlo,si así lo hiciera terminaría por no disfrutar el momento, lo mismo pasa con la gente que racionaliza en exceso, tienden a perder la magia del momento y de los sentimientos y el riesgo es que termines endureciendo tu corazón-.

¡Madres!... Ahora que lo pienso, en ese momento, me hubiera gustado levantarme de mi lugar, abrazar a mi madre y decirle: no te quiero del 1 al 10, sino del 1 al 100, pero no lo hice, y no porque no lo sienta, sino porque hay cosas que aún no logro conciliar como el paso de los años en mi madre, tal vez son de esas cosas que sólo se entienden cuando se tiene un hijo... no lo sé, tal vez a veces los hijos tendemos a juzgar de más a los padres, como yo a mi madre en este caso y los vemos como iguales olvidándonos de esa semilla de amor que en algún momento sembraron en nosotros, por si las dudas he dejado de leer el libro de Metáforas de la Vida Cotidiana que estaba leyendo, para continuarlo en mejor momento.










5 comentarios:

  1. Muy interesante tema (y más aun por las fechas) el de las relaciones con los padres. Lo importante es saber hasta qué grado tenemos de culpa como padres o hijos y asumirla, pero no para sentirte mal, sino para reflexionarla y ver qué puedes hacer para cambiar lo necesario.

    Solo no trates de buscarle explicación a todo lo que ocurre, recuerda que los sentimientos no se explican, solo se sienten... ;)

    Es de las entradas más abiertas en cuanto a vida personal que has escrito y se te agradece la transparencia.

    Saludos!!

    Monnyed

    ResponderEliminar
  2. La relación con la familia y seres queridos, es muy diferente que con otras personas, no sólo hay conocimiento de la forma de pensar de cada uno, también hay emociones que se alimentan, muchas veces, antes que podamos estructurar pensamientos racionales; principalmente con la madre, ella es la primera que nos abraza, la que siempre está pendiente de nosotros (a su capacidad a como aprendié a demostrar su amor), la relación con ella es principalmente de sentimientos, podremos no estar de acuerdo en como pensamos, pero siempre estará lo que sentimos por ella y ella por nosotros, que es más fuerte en la mayoría de los casos. Una relación que tiene como fundamento las emociones hace que lo racional pase a segundo término. Por lo tanto es importante dejar emerger nuestros sentimientos, respetando nuestro carácter, porque es la manera de comunicarnos desde que la conocemos y es la forma en que la recordaremos. En vida es importante que la disfrutemos y que la apoyemos igual que ella lo hizo cuando nosotros lo necesitamos, porque cuando nos falte no vamos a recordar "debí hacerte entender que no debías hacer esto o aquello", si no será "debí expresarte lo que siento por ti" o "que bueno que supiste todo lo que siento por ti".

    En la relación con otras personas los sentimientos pasan a segundo término porque lo primero que vemos es a alguien con actitudes e ideas, más si es que es alguien que no comulga con lo que pensamos; la falta de saber cuales son sus intenciones, hace que, al menos al principio, nos resistamos a expresar nuestros sentimientos; en muchos casos nunca llegamos a saber lo que siente la otra persona porque algunas relaciones no se dan con intenciones de expresar sentimientos sino de realizar una actividad que no está relacionada o incluso es opuesta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. P.D. Eso es lo que he experimentado en la relación con mi madre, ella también tuvo una infancia dura, yo no concebía que actuara de una manera que a mi no me gustaba, me molestaba su obsesión por controlar todo, pero con el tiempo acepté que ella tiene su forma de ver las cosas, que así creció y se desenvolvió; al final terminé poniendo mis límites y dejé que las cosas fluyeran; ahora que ya está grande y empieza con sus achaques, así la disfruto, mientras la tengo.

      Saludos.

      Lázaro

      Eliminar
  3. buuuuu.. escribí y se borro...
    Algo parecido me ocurre a mi. La opinión de mi madre pesa mucho, pero aun hasta hoy trato de explicarle que ya no soy una beba. La amo con todo mi ser, le agradezco mis alas (ya leeras mi post) pero ahora yo decido a donde volar. No es sencillo establecerlo así... pero vamos aprendiendo a hacerlo.

    ResponderEliminar

Los comentarios que haces en este blog también alimentan mi proceso de vida, ¡Comparte tu experiencia!