lunes, 4 de junio de 2012

Feliz cumpleaños a mi

Primero que nada una disculpa por el abandono de este espacio, pero se hacía necesario que el hámster que tengo en la cabeza hiciera un alto en el camino para poder continuar, y es que de repente a una se le junta todo: la falta de empleo, el corte del cordón umbilical con el Sr. X, las diferencias con la madre y el bajón de energía al hacer el balance del último año de vida. En fin... estoy de vuelta. 

En ese balance anual que acostumbro hacer antes de mi cumpleaños para saber en que punto del mapa estoy parada, pude darme cuenta que fue un año con una carga de dolor emocional importante. Haciendo memoria recordé que hace un año en contra de lo que el Sr. X pensará me atreví a hacer una fiesta en casa de mi mamá para festejar mi cumpleaños y el mismo día de la fiesta, en contra de lo que mi mamá sugería, me aferré a ir a ver a René Mey un hombre francés con el don de la sanación en el WTC con filas interminables de gente. Para ello días antes me había encargado de la mayoría de los detalles de la reunión que tenía como temática ser una fiesta de gánsters. Sin embargo, por mucho que hubiera avanzado, me encontraba haciendo una fiesta con todo en contra, pues hay cosas como el hielo y la ambientación de la casa que implicaban tiempo, y después de pasar toda la mañana y parte de la tarde formada, tiempo era lo que menos tenía.

El resultado de haberme salido con la mía se reflejo creo a lo largo del año porque ese día las cosas no salieron como lo esperaba, el descontento del Sr. X se hizo evidente en todo momento pues tenía poco tiempo de haberse concretado la venta de su departamento y no estaba pasando por un buen momento, finalmente me desquició y terminé gritoneándole, de modo que le dí el pretexto perfecto para no estar  presente en la fiesta pese a que supliqué que lo hiciera, mi madre no paso por alto que me empezara a ver presionada con los detalles finales de una fiesta en su casa y sus reproches no se hicieron esperar, en lugar de ayudar parecía que obstaculizaba y también terminé gritoneándole cuando me dijo que tenía muy pocas cosas que festejar... terminé llorando de coraje. Mis invitados estaban citados a las 9 de la noche y ese día siendo las 6 de la tarde yo estaba decidida a dar por cancelada la fiesta. Finalmente, pensando en los invitados llegué con los ojos hinchados pesé a los esfuerzos que hice con el maquillaje y las medias de red rotas porque como de costumbre mi perrita me brincó encima al entrar a la casa. La fiesta transcurrió en un ambiente de nostalgia que yo misma no podía evitar transmitir y además por si fuera poco, no llegaron todos los invitados que tenía considerados.

De modo que este año, opté por no hacer nada, especial para festejar con mis amigos mi cumpleaños. Inicialmente tenía la intención de ir a ver a Emmanuel en concierto; sin embargo siendo realista aún cuando tuviera la posibilidad de pagar el boleto, sigo sin empleo, recordé los incidentes del año anterior  y opté por no ir como medida precautoria, mi mamá incluso se ofreció a pagarme el boleto, pero tampoco lo creí conveniente.

Este año, los festejos de mi cumpleaños iniciaron desde el miércoles en que nuevamente me reuní con mi mejor amigo para tener nuestra acostumbrada tertulia de mitad de semana, el jueves fui invitada al cine por una amiga y finalmente el viernes 1 de junio desperté con la llamada telefónica de mi mamá con quien desayuné y luego regresé a mi casa a contestar las felicitaciones del facebook, por la noche salí a cenar sola, tenía un antojo loco de pozole y me dije que el hecho de que estuviera sola no impediría que me diera el gusto, salí en medio de la lluvia y justo cuando comenzaba a cenar, sonaron las mañanitas en el lugar. Debo confesar que se sintió bastante raro y las lágrimas no se hicieron esperar, de modo que comencé a tuitear lo que sentía y recibí agradables mensajes de ánimo por personas que por alguna razón he podido coincidir en la red, pasé de las lágrimas a la risa, incluso consideré la posibilidad de hacer una reunión al día siguiente, pero decidí dedicarlo a salir a tomar fotos y  me tope con la marcha del orgullo gay que me dio algunas cosas que pensar, que pienso compartir en otra entrada y terminé el día en el cine viendo Blanca Nieves y el Cazador.

Este año opté por dejar que las cosas fluyeran, me permití observar como transcurría el día escuchando música que me remitiera a momentos de gran alegría, medité y recibí llamadas telefónicas de gente que año con año me llama, también me quedé esperando algunas otras... sin embargo agradezco infinitamente la salud, los nuevos amigos, los libros que pasaron por mis manos, los atardeceres que pude sentir el aire en mi rostro, las tardes de plática interminable con mis amigos, por un año más viviendo independiente económicamente, pero sobre todo agradezco el haber terminado por fin...un año de vida que yo considero como el eslabón perdido por las situaciones y personas que fueron retiradas de mi vida, elevando mi esperanza al cielo para que este año tenga mejores cosas para compartir.

Felices 33 para mi.