domingo, 7 de diciembre de 2014

Fin de Año con Aroma a Soledad

El fin de año ha llegado y 2014 empieza a ocultarse en el ocaso del paisaje que ve nuestras vidas transcurrir, recuerdo que en años anteriores la ilusión de sentir perecer un año más en el calendario gregoriano representaba para mi el brinco a nuevas experiencias... este año las cosas son diferentes. Las cosas en mi vida no están mal, pero tampoco me atrevo a decir que están como yo quisiera,  el ritmo de trabajo que traigo en más de una ocasión me ha hecho sentir que vivo para trabajar sin margen de mucho movimiento.
Mucho tiempo pedí la oportunidad de trabajar para una empresa en la que sintiera expandir mi capacidad de afrontar retos en cada movimiento realizado, trabajar para una empresa refresquera me permite eso y más, la dinámica de operación es tan demandante que poco tiempo hay para pensar en mi vida personal, doy gracias a Dios sin duda alguna por esa oportunidad, sin embargo sin querer sonar malagradecida con la vida y con El Creador de Todas las Cosas, los momentos de soledad se dejan sentir con más fuerza, tal vez porque mi interior es celoso del poco tiempo que le dedico.

Aún cuando este fin de año me ha permitido liberar la carga de la tarjeta de crédito, comer mejor, regalarme una pantalla, algo de ropa y zapatos, así como poder hacer algunos presentes de fin de año a mi mamá, su esposo y a mi abuelito, las cosas en mi interior se empiezan a sentir como una carga por momentos difícil de sobrellevar. Mi dinámica de vida ahora es iniciar el día a las 4:00 a.m., estar en operación desde las 6:30 hasta las 7:00 de la noche y llegar a casa por la noche alrededor de las 9:30 p.m. y caer rendida cual piedra en el agua sin tener con quien compartir las experiencias del día de lunes a sábado no es algo a lo que esté acostumbrada. Ciertamente el episodio con Luis ha tenido mucho que ver en esto, sobre todo si considero que a lo largo de todo un año fue una de las personas más importantes (si no es que la más importante) y ahora así de la nada después de decidir jugármela con el, se disipa en un mundo de indiferencia para el que no estaba preparada.

No sé si sea cosa de la edad, pero debo confesar que esta celebración del Año Nuevo viene cargada con  un aroma de soledad que no esperaba y que por ende no sé como manejar. En algunas conversaciones con mis compañeros de trabajo me doy cuenta que esto no es algo que me pase solamente a mi, y me pregunto acaso ¿con el tiempo uno llega a acostumbrarse a esta sensación? porque aunque todos lo sienten algunos como yo lo pasamos peor, que pareciera que trabajar para una refresquera de talla internacional lleva implícito en el pago de la quincena el descuento de ver pasar los días uno tras otro viviendo solo para pensar en la marca e incrementar el volumen de ventas. 
Ridículamente vienen a mi cabeza todas aquellas historias que hablan de la vida de la mujer exitosa en soledad y ninguna tiene el poder de hacerme sentir mejor.

No hay duda que el reconocimiento de quienes saben que trabajo para la refresquera y del ritmo de trabajo que traigo se siente bien, pero es momentáneo y al final cuando llego a casa ni ese reconocimiento ni la pantalla abrazan, acarician ni da sentido a mi vida. Supongo que mucho de Lacaniana he de tener, donde todo aquello que por ahora me significa no es suficiente para colmar mis días, de modo pues que llegaremos si así Dios lo quiere a un fin de año más con el plan de destacar en el trabajo retándome diariamente a seguir con este ritmo de vida,  y cambiar de muebles,pero también con el eco de la soledad resonando en mi vida.