viernes, 9 de marzo de 2012

No existe el Príncipe Azul

Anoche me puse a pensar en los cuentos de princesas de Disney y me di cuenta que el antiviral que evita que siga creyendo que algún día seré rescatada por un "Príncipe Azul" afortunadamente ha sido implantado en mi sistema inmunológico. Asumí, que si el príncipe de Blanca Nieves no hubiera aparecido, seguramente la princesa en cuestión, habría despertado tarde o temprano, conseguido un empleo y explorado la posibilidad de ser madre soltera, vivir sola e independiente sin la necesidad de sentir la necesidad de tener que lavar ropa que no le corresponde, ni batallar con los líos emocionales de su pareja en turno,pero sobre sin la monserga que representa el: "vieron felices para siempre".

Esta reflexión surge después de terminar una intensa conversación con una amiga de la universidad que ve como se desmorona día con día su matrimonio y que se encuentra un tanto desconcertada ante la posibilidad de formar parte de las que "NO fueron felices para siempre".

Me guste o no, yo como la mayoría de mis contemporáneas en algún momento de mi vida tuve rebotando en la cabeza la idea, de que en algún momento tendría una bonita fotografía en la sala con una bonita familia, una carriola, un perro y una camioneta total y absolutamente conforme con mi respectiva dotación de cotidianidad de lo que implica la vida en pareja.
Sin embargo, con el pasar de los años me he dado cuenta que las historias de la vida real poco y nada tienen que ver con esa fantasía, la razón desde donde yo veo las cosas: es que sin darnos cuenta con el paso del tiempo la mayoría de las veces, sin saber como ni cuando, vamos dejando en el otro la responsabilidad de nuestra propia felicidad o estado de tranquilidad emocional o económico en manos de otra persona y eso siempre tiene garantizada una gran decepción.

Leído aquí ahora suena muy fácil, pero, ahhh  cuantas horas de llorar y terapia me pude haber evitado si desde un principio hubiera tenido claro que mi felicidad y mi estado de bienestar son responsabilidad propia y que aún cuando encuentre al hombre con el que viva momentos de infinita felicidad, las historias de amor NO terminan en el apartado de vivieron felices para siempre, sino que continúan como una tarea de equipo en dónde cada quien debe ser responsable de lo que dice, de lo que hace y de la parte con la que se comprometió en una relación, cosa a la que por lo visto actualmente, no todo mundo le entra.

Con treinta y tantos encima puedo decir que en el intento de producir mi propia sesión fotográfica de la familia feliz, terminé separada, pagando renta, sin hijo, sin camioneta y sin perro, pero si, con algunos años que vieron sus mejores momentos hace ya mucho tiempo y con la idea tormentosa en la cabeza de que el tiempo no perdona.
A la fecha sigo sin tener el empleo en le que pueda volcarme totalmente y ser feliz por ello, en ocasiones no tengo con quien ir a una fiesta a la que sé que todo mundo acudirá con pareja, tengo algunos boquetes económicos pero indudablemente gozo de las mieles de la soltería, asumo mi sexualidad y decido sobre ella en función de lo que me dicta mi interior, tengo perfectamente claro una no puede andar por la vida con la idea de basar su valor en otro a quien generalmente le asignamos el denominativo de "pareja" que sólo puede ver una parcialidad de mi ser, asumo que la mayoría de las cosas que suceden en mi vida son resultado de las decisiones que voy tomando y cada día me tiene más sin cuidado la idea de no empatar con el estereotipo de mujer que otros esperan encontrar en mi. 
Todo lo anterior me da al día de hoy cierto grado de tranquilidad al saberme del otro lado de la acera y con una palomita en el expediente después de tremendo tropezón.
Cuando en la vida diaria me encuentro con alguien que aún espera ser rescatada por otro ser humano lo único que puedo hacer es respirar profundamente como cuando mi hermana me miraba llorar por un novio en la preparatoria, recordar mi propia historia y reconocer que alguna vez yo también fui esa persona.

1 comentario:

  1. Has descubierto un gran secreto, de esos que pocas personas obtienen: La clave de la felicidad.

    No basta de una pareja para sentirse llenos, más que uno mismo... Aprender a vivir con uno mismo es lo principal y lo has aprendido =)

    Qué gusto!!!

    Monnyed

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