sábado, 31 de marzo de 2012

Los Árboles y la Amistad

Primero que nada, cómo podrás darte cuenta la imagen de este blog a cambiado,dado que lo que éste contiene son artilugios relacionados con la que suscribe, consideré prudente que su imagen también hablara de mi. La imagen que ahora enmarca este blog es el vivo retrato de mi escritorio de trabajo, aunque algunas veces es café, whisky o tinto, lo que me acompaña dependiendo del humor que ande, espero sea de tu agrado.
Una vez aclarado lo anterior quiero dar paso a algo que tiene un par de semanas haciéndome ruido en la cabeza.

¿No les ha pasado que algunas grandes amistades terminan diluyendose con el tiempo, pasando por el proceso de ser una amistad aunque no de las mejores hasta convertirse en una relación de conocidos?

Bueno pues ahora mismo atravieso por esa situación. Considero que los amigos son los mejores testigos de lo que uno es en la vida, con ellos se comparten momentos de alegría, tristeza, pensamientos,  proyectos, confesiones, sueños, pecadillos y hasta lo indecible, en una especie de complicidad, y pueden terminar conociéndonos mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos. Identifican perfecto lo que hay detrás de una mirada triste y un "estoy bien", conocen esa mirada que tiene un@ cuando se enamora y saben cual es el mejor momento para darte un consejo o bien orquestar un incómodo "te lo dije".

Tengo una amiga de la universidad con la que tengo tiempo intentando un encuentro que por razones de tiempo, trabajo, salud, familia o situación de pareja de ambas, termina posponiéndose. Luego de salir de la universidad cuando cada una tomo su propio camino, eventualmente solíamos reunirnos y ponernos al tanto de nuestras vidas, con el tiempo esos encuentros se fueron espaciando y de pronto los encuentros pasaron a convertirse en reuniones de horas interminables intentando ponernos al tanto de las cosas que vivíamos, cosa que no siempre sucedía, pues optábamos por omitir algunos detalles para optimizar el tiempo y ello no se convirtiera en un monólogo en compañía además hay emociones que cambian con el tiempo, después empezamos a encontrarnos sólo en reuniones de amigos que tenemos en común, en donde evidentemente nunca teníamos el tiempo suficiente ni el ambiente propicio para hablar de intimidades. Después ella atravesó por un proceso de salud en el que por decisión propia se alejo de todo mundo, cosa que respete y los encuentros eventuales se hicieron cada vez más esporádicos, sin embargo telefónicamente y gracias a las redes sociales el contacto se mantuvo constante aunque para nada profundo.

Tratando de entender el por qué de esta situación, imagine nuestra amistad como un par de árboles que en algún momento compartieron los procesos simultáneos de afianzamiento de su raíz a la tierra, reverdecimiento, época de frutos y hasta fase invernal en la que simple y sencillamente sólo se tienen a si mismos y el mundo que los rodea.
Aun cuando considere que la esencia de las personas no se modifica con el paso del tiempo, y que los procesos de vida de los seres que me rodean no necesariamente tienen que ser iguales al mio, hoy con un poco de tristeza puedo ver que específicamente con ella, nuestros procesos de vida se desfasaron, no sé si fue su proceso o el mío el que se adelantó o simplemente se modificó, pero nuestra amistad dejo de ser parte de nuestra vida cotidiana.  Hoy a diferencia de otras ocasiones, no sé lo que piensa, no se lo siente, no se lo que sueña y mucho menos tengo idea de como transcurre su senda en el camino de alcanzar sus propias metas y por ende ella tampoco sabe del mio. Me canse de buscar el encuentro y decidí dejar de intentarlo, por el cariño que le tengo aún tengo la esperanza de que en algún otro momento nuestros procesos coincidan y si ello no ocurriera continuaré mi camino con  recuerdo de una linda amistad.

En tanto, procuro poner atención en el resto del bosque, agradezco la oportunidad de seguir contando con árboles fuertes en mi paisaje, en donde el ciclo infinito de la vida se muestra una y otra vez ante mis ojos, cada que tengo la oportunidad  de cultivar una nueva amistad.

domingo, 25 de marzo de 2012

Mi Relación con la Fotografía.

Hace unos días, caí en cuenta de que tengo una gran cantidad de fotografías, ello me ha hecho preguntarme ¿por qué guardo tantas fotografías?, ¿desde cuándo la fotografía se convirtió en algo importante para mi?
Empecé a darme cuenta que toda mi vida he estado rodeada de fotografías, cuando era niña en la casa mi mamá había una colección de portarretratos por toda la casa, algunos aún los conserva con fotografías que tienen muchos años sin ser cambiadas como solía hacer regularmente. Hoy caigo en cuenta que es una especie de relación de apego con el pasado, hoy esas fotografías han permanecido tanto tiempo en el mismo lugar que me atrevería de decir que son un  testigo mudo de todas las situaciones que se han dado en la sala de mi mamá con el paso de los años, ahora que lo pienso me pregunto, ¿nosotros vemos las fotografías o ellos, los seres que están posando en esas fotografías son una especie de emisarios del pasado que de alguna manera nos recuerdan involuntariamente que fue todo pasado fue mejor?

Yo no recuerdo exactamente en donde escuche que cuando te toman una fotografías un fragmento de tu alma se queda grabado en la imagen, el asunto es que tengo mi propia caja de recuerdos, según yo con fragmentos de alma de las personas que aparecen en mis fotografías a las que sé que puedo recurrir cuando por el paso del tiempo empiezo a olvidar algunos detalles de eventos importantes, cuando me siento sola o bien cuando constatar que los años no pasan en vano, sino que por el contrario, se nos quedan encima haciéndonos diferentes de quienes vemos en esas fotografías.
Cuando entré a la universidad  que tuve mi primera cámara y la oportunidad de conocer el proceso por el cual queda plasmada una imagen en el papel, creo que nunca olvidaré la primera vez que llena de miedo entré al cuarto oscuro a revelar mi primera fotografía, producto de una cámara estenopéica, puede ver ante mis propios ojos cómo los químicos y mis manos revelaban algo que podía ser mostrado a los ojos de alguien más. Sin duda, mi profesor tenía la boca llena de razón cuando nos dijo que ese, sería un momento para recordar.
A partir de ese día le sufrí un poco con la técnica para tomar fotografías, porque pensaba más en en el resultado final y en la calificación aprobatoria de la asignatura, que de los aspectos creativos captaba. Así perdí detalle de muchos aspectos técnicos que hoy sin duda me ayudarían a tomar mejores fotografías, pero  en ese momento lo único importante era no reprobar la materia, de odo que antes de dominar la parte técnica inicié  los preparativos de mi trabajo final que consistía en una fotografía que fuera la representación de una pintura.
Por aquellos años mi mamá estaba montando una casa de campo para la cual había comprado una  canasta de mimbre enorme que me hizo pensar que la idea de reproducir la pintura de Los Alcatraces de Diego Rivera no fuera tan descabellada, después de todo ser yo quien posara desnuda me haría probarme a mi misma que tan cómoda estaba con mi constitución física. Compré lo necesario y arme el escenario, el resultado fue una fotografía que sin ser la mejor que haya sido tomada en ese curso, sí logró al menos quedarse en la memoria de unos cuantos que hasta el día de hoy aún me piden el negativo para reproducirla, el resultado sirvió para tener una calificación aprobatoria y para ser considerada como una de las mejores de ese curso, cosa que no sucedió porque mi Director de Carrera consideró que no iba a premiarme  después de agarrarme a golpes con una compañera de grupo precisamente en el salón de revelado.  Ese año, el concurso lo ganó un compañero que no es por nada, pero no tenía una fotografía tan buena como la mía.

En el caso del curso de fotografía a color el proceso, era totalmente diferente e incluía un proceso mecanizado que nunca terminó por convencerme del todo y que sinceramente nunca terminé de entender, lo que prevaleció fue el gusto por la actividad y aunque no debiera decirlo, las fotografías me salían de pura chiripa. Curiosamente fue una fotografía del curso de fotografía a color la que si ganó un reconocimiento en mis años de estudiante.

Años después tuve una pareja con la que coincidí en el gusto por la fotografía, desafortunadamente ese gusto por la fotografía fue lo que nos llevó a tener una serie de discusiones en más de una ocasión, pues al hombre no terminaban de convencerlo mis fotografías, él quería ser fotografiado  impecablemente mientras desarrollaba deportes extremos, y aún cuando las fotografías no eran del todo malas siempre había un "pero... puedo salirte mejor", la situación me genero tan alto grado de  frustración, que ante la posibilidad de seguir teniendo discusiones por el mismo asunto y una incipiente rivalidad por las mejores fotografías, opté por ser yo quien dejara de tomar fotografías de nuestros paseos de fin de semana. Aún recuerdo que ese hombre, en su intento por hacerme cambiar de parecer terminó regalándome su cámara y que se convertiría en mi segunda cámara y con la que años después, él mismo reconocería que logre las mejores imágenes de nosotros juntos.

El conflicto emocional que vivía en ese entonces, los reclamos y el doloroso final de esa relación, me dejaron una tremenda inseguridad respecto a la calidad y contenido de las imágenes que captaba. Al grado que no he vuelto a utilizar la cámara que mi ex pareja me regaló y me vi en la necesidad de adquirir una cámara nueva que estuviera libre de cargas emocionales. Por hoy, puedo decir que ha sido poco a poco que mi relación con la fotografía ya no es un asunto que me haga sentir dolor de estómago, y aunque sigo sin dominar los aspectos técnicos, ya no busco tener la aprobación de nadie, soy una persona que disfruta de tomar fotografías siempre que tiene oportunidad.
Aunque estoy clara, que la cámara que compre no es de última generación  ni es la más cara, ni la que hubiera querido, por ahora es para lo que hay  y no puedo más que disfrutarla. Espero  pronto poder compartirles algunas imágenes.

Y tú, ¿tienes algún hobbie en el que permitas que tu esencia se materialice?
¿Tienes alguna fotografía que haya capturado ese lado de tu personalidad que sólo tu conoces?
¿Qué función tienen en tu vida las fotografías?

martes, 20 de marzo de 2012

Hoy nos miramos a los ojos

Nada menos hoy 20 de marzo México pudo revivir el fantasma de miedo que dejo terremoto de 1985 cuando una gran parte del Distrito Federal colapsó dejando una estala de muerte y desesperanza. El sismo de hoy con epicentro en Ometepec, Guerrero con una escala de 7.9° Richter, en donde afortunadamente no hubo pérdidas humanas ni daños mayores, fué la oportunidad que tuve para recapacitar en un acto inconsciente pero sin duda importante: gran parte de los mexicanos volvímos a mirarnos a los ojos durante y después del sismo.

Aún cuando interculturalmente el acto de mirar a los ojos a una persona tiene diferentes significados y éstos también dependen del contexto en que se generé el acto de mirar, el evento del día de hoy, me deja de manifiesto, lo que en otro momento pude leer y según yo asimilar, que estar en contacto cotidiano con un gran número de personas gracias a las redes sociales, el clima de inseguridad desatado en los últimos años dentro del país y el cambio en los patrones de comunicación, han impactado la forma en que los seres humanos entablan relaciones con otros seres humanos, como lo es el que se lleva a cabo por medio del intercambio de miradas: la vista el lenguaje corporal más sutil.

De modo que surge en mi la reflexión respecto al gran número de sensaciones que dejamos de experimentar, al evitar involuntariamente el contacto visual con otro ser humano. Jean Paúl Sartre sugirió una vez que el contacto visual es lo que nos hace real y directamente conscientes de la presencia de otra persona como ser humano, ya que encontrarse con los ojos muestra una clase de especial entendimiento e identificación con el otro. Es decir podemos llegar a detectar por el tacto, olfato y el oído la presencia de otra persona pero para aquellos que no tenemos una debilidad visual, la confirmación del otro la tenemos a partir de la vista, de ahí que se dice que la realidad social entra por los ojos, entendiendo que ver y mirar implican cosas y fenómenos diferentes.

Hoy durante el sismo, la gente que se encontraba en las calles  buscaba la mirada del otro, como si se tratara de un método para calmar el miedo, la ansiedad, la sorpresa y en muchos casos la desesperación ante semejante manifestación de la naturaleza;  recuerdo haberme encontrado con los ojos de un taxista que al percatarse del movimiento telúrico, detuvo su auto en seco y se bajo del mismo buscando casi desesperadamente la mirada de otra persona que le confirmara que lo que sentía era real. Cuando el movimiento cesó y me dirigía a la oficina, pude detectar en más de uno ea necesidad de mirar a otros, tan segura estoy como de que son miradas que ya he visto antes, la de un niño que no entiende por completo lo que ocurre pero que encuentra consuelo en los ojos de su madre,  la angustia de un padre por intentar comunicarse con los suyos, la señora que salió rezando para que su inmueble no se colapsara, el empleado bancario que recordó que antes de cuidar de los bienes de otros,  protege su vida, la mirada del ser humano solidario que trataba de dar tranquilidad a una persona con crisis nerviosa, en fin... hoy pude ver un poco más allá de todas esas personas que cotidianamente puedo toparme en el camino a la oficina pero con las cuales el día de hoy compartí un poquito de lo que sentían aún sin ellos proponérselo.

Y si, el día de hoy termino con una nota  un tanto melancólica, porque en el momento de hablar con mi madre para saber cómo y dónde estaba, pude imaginar la angustia y el temor en sus ojos mientras repetidamente decía: estoy  bien, estoy bien, aún cuando su tono de voz me decía lo contrario y más tarde no tuve oportunidad de verla, recordé los ojos de mi ex y aún cuando hablamos y me dijo estoicamente que se encontraba con bien sentí temor de no volverlos a mirar ni mirarme en ellos, escuche a mi abuelo y recordar su mirada me dio tranquilidad, la tranquilidad de saber que ese momento de angustia pasaría. Pero a ninguno le pude ver en persona.

Por la tarde a mi regreso de la oficina, el fenómeno fue similar, detecte que casi sistemáticamente las personas buscábamos contacto visual los unos con los otros, entrar al metro con el anuncio de constantes réplicas de alguna manera nos hermanaba en esa extraña sensación de no tener la  certeza  respecto a si el evento se repetiría con la misma o menor intensidad mientras estuviéramos dentro, hasta que la atención requerida para descender disipaba la conexión con el otro. Aunque estoy segura que de ser un poquito desinhibidos el camino a casa hubiera  estado acompañado de un intercambio interminable de cómo vivimos el suceso.

¿Tú has sentido temor de no volver a mirar los ojos de alguien?
¿Acaso estoy tan inmersa en mi misma que hasta hoy pude constatar lo que anteriormente había leído?
¿Qué transmitieron tus ojos el día de hoy?

viernes, 9 de marzo de 2012

No existe el Príncipe Azul

Anoche me puse a pensar en los cuentos de princesas de Disney y me di cuenta que el antiviral que evita que siga creyendo que algún día seré rescatada por un "Príncipe Azul" afortunadamente ha sido implantado en mi sistema inmunológico. Asumí, que si el príncipe de Blanca Nieves no hubiera aparecido, seguramente la princesa en cuestión, habría despertado tarde o temprano, conseguido un empleo y explorado la posibilidad de ser madre soltera, vivir sola e independiente sin la necesidad de sentir la necesidad de tener que lavar ropa que no le corresponde, ni batallar con los líos emocionales de su pareja en turno,pero sobre sin la monserga que representa el: "vieron felices para siempre".

Esta reflexión surge después de terminar una intensa conversación con una amiga de la universidad que ve como se desmorona día con día su matrimonio y que se encuentra un tanto desconcertada ante la posibilidad de formar parte de las que "NO fueron felices para siempre".

Me guste o no, yo como la mayoría de mis contemporáneas en algún momento de mi vida tuve rebotando en la cabeza la idea, de que en algún momento tendría una bonita fotografía en la sala con una bonita familia, una carriola, un perro y una camioneta total y absolutamente conforme con mi respectiva dotación de cotidianidad de lo que implica la vida en pareja.
Sin embargo, con el pasar de los años me he dado cuenta que las historias de la vida real poco y nada tienen que ver con esa fantasía, la razón desde donde yo veo las cosas: es que sin darnos cuenta con el paso del tiempo la mayoría de las veces, sin saber como ni cuando, vamos dejando en el otro la responsabilidad de nuestra propia felicidad o estado de tranquilidad emocional o económico en manos de otra persona y eso siempre tiene garantizada una gran decepción.

Leído aquí ahora suena muy fácil, pero, ahhh  cuantas horas de llorar y terapia me pude haber evitado si desde un principio hubiera tenido claro que mi felicidad y mi estado de bienestar son responsabilidad propia y que aún cuando encuentre al hombre con el que viva momentos de infinita felicidad, las historias de amor NO terminan en el apartado de vivieron felices para siempre, sino que continúan como una tarea de equipo en dónde cada quien debe ser responsable de lo que dice, de lo que hace y de la parte con la que se comprometió en una relación, cosa a la que por lo visto actualmente, no todo mundo le entra.

Con treinta y tantos encima puedo decir que en el intento de producir mi propia sesión fotográfica de la familia feliz, terminé separada, pagando renta, sin hijo, sin camioneta y sin perro, pero si, con algunos años que vieron sus mejores momentos hace ya mucho tiempo y con la idea tormentosa en la cabeza de que el tiempo no perdona.
A la fecha sigo sin tener el empleo en le que pueda volcarme totalmente y ser feliz por ello, en ocasiones no tengo con quien ir a una fiesta a la que sé que todo mundo acudirá con pareja, tengo algunos boquetes económicos pero indudablemente gozo de las mieles de la soltería, asumo mi sexualidad y decido sobre ella en función de lo que me dicta mi interior, tengo perfectamente claro una no puede andar por la vida con la idea de basar su valor en otro a quien generalmente le asignamos el denominativo de "pareja" que sólo puede ver una parcialidad de mi ser, asumo que la mayoría de las cosas que suceden en mi vida son resultado de las decisiones que voy tomando y cada día me tiene más sin cuidado la idea de no empatar con el estereotipo de mujer que otros esperan encontrar en mi. 
Todo lo anterior me da al día de hoy cierto grado de tranquilidad al saberme del otro lado de la acera y con una palomita en el expediente después de tremendo tropezón.
Cuando en la vida diaria me encuentro con alguien que aún espera ser rescatada por otro ser humano lo único que puedo hacer es respirar profundamente como cuando mi hermana me miraba llorar por un novio en la preparatoria, recordar mi propia historia y reconocer que alguna vez yo también fui esa persona.